Javier Pérez Mateos, ITSE Solutions Manager – El Economista
Cada vez es más evidente y notorio el cambio de época que estamos viviendo. Las tecnologías emergentes y los hábitos y expectativas de los clientes evolucionan a un ritmo tan vertiginoso que llega a un punto en que la transformación digital se hace difícilmente asumible si no contamos con los medios necesarios. Por eso, poner en funcionamiento nuevos enfoques en la gestión de proyectos que permitan a las empresas adaptar su forma de llevarlos a cabo es clave en la transformación digital.
La digitalización en sí misma es uno de los proyectos más desafiantes para las empresas que aspiran a cumplir expectativas y necesidades de sus clientes y a la vez ser competitivos en el mercado. Sin embargo, abordarla a día de hoy sigue siendo un proceso complejo porque supone cambios en la cultura de la organización, una implicación de todas las áreas del negocio y de todos los trabajadores, y que a la vez haya alineación con el objetivo que persigue la compañía para que tenga el efecto que debería.
Aunque sea necesario y casi obligatorio apostar por la transformación digital para subsistir, lo cierto es que todavía sigue siendo la asignatura pendiente del tejido empresarial español. Nuestro país, pese a ser uno de los que más ha progresado en su proceso de digitalización en los últimos cuatro años, según el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) 2018, publicado por la Comisión Europea, sigue sin situarse entre los líderes europeos más digitales. Muchas veces el error de las empresas radica en que creen que tienen que implementar sí o sí estas nuevas tecnologías como el Big Data o la Inteligencia Artificial, pero en realidad no todas las empresas necesitan todas y cada una de las nuevas tecnologías que están apareciendo, sino que cada una tiene que dar los pasos que necesita según sus necesidades y su estrategia. Aquí es donde entra en juego la gestión por proyectos, un conjunto de prácticas que traducen la estrategia de la empresa en actividades concretas, conectadas con los objetivos y beneficios empresariales que se desean alcanzar. Los proyectos dejan de ser únicamente una herramienta para desarrollar servicios, para llegar a convertirse en el sistema de creación de valor para la empresa y un factor necesario para alcanzar esos objetivos.
Uno de los puntos clave para gestionar grandes proyectos es situar al cliente en el centro, porque de esta manera, poniendo el foco en él y conociéndole, podremos ofrecerle una mejor experiencia, e incluso llegado el momento podremos anticiparnos a sus necesidades. Otro punto importante, y en el que a veces no reparamos, es en la gestión del conocimiento de las personas que trabajan en la compañía. Si ellos comparten todo lo que saben, será más fácil tomar mejores decisiones y obtener mejores resultados.
Igual de importante es el papel que tienen los directores de proyectos. Estos deben saber, entre otras cosas, adaptarse constantemente a las tendencias digitales, ajustar los objetivos de los proyectos a la visión y estrategia del negocio, aumentar la colaboración entre el equipo independientemente del lugar donde estén trabajando, y mejorar la agilidad de ejecución estableciendo objetivos alcanzables en un menor tiempo.
Como vemos, la transformación digital tiene muchos beneficios para la empresa, pero es cierto que puede llegar a convertirse fácilmente en un proceso desordenado y caótico.
De ahí la importancia de enfocarla a la gestión de proyectos, porque es la fuente de donde se potenciarán las habilidades de las diferentes personas involucradas, y sobre todo, se propiciará una comunicación horizontal, integrando información y proceso, que mejorará la eficiencia operativa y la capacidad de respuesta de la compañía. Las empresas que lo hagan y que tengan como prioridad la satisfacción del cliente tendrán el éxito garantizado.